La Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia (EAPN-RM) se suma a las recomendaciones de la comunidad científica y a las de las distintas administraciones, al tiempo que se preguntan quiénes van a ser las personas y grupos más afectados por la enfermedad del COV-19.
Consideramos que este episodio tendrá un impacto desigual en la población.
Las personas y los hogares en situación de pobreza estarán peor debido a que tienen menos recursos y opciones. Según nuestra investigación, en la Región de Murcia, un 33,5% de la población general no tiene capacidad de afrontar gastos imprevistos. Si nos fijamos solo en las personas en riesgo de pobreza y exclusión social en la Región de Murcia, ese porcentaje se dispara hasta el 68,2%.
Los efectos del COV-19 van a estar condicionados también por el género. Por varias razones. Durante la crisis económica que comenzó en 2008, las familias y, dentro de ellas, las mujeres han compensado con su trabajo reproductivo los recortes en gastos sociales. Con esta crisis sanitaria, es probable que este proceso de sobrecarga sobre las mujeres se agudice. Un dato para tener en cuenta: según el CES, en el segundo trimestre del año 2019 había en la Región 112.000 mujeres dedicadas al trabajo doméstico por tan solo 15.000 varones.
Es especialmente preocupante la situación de las familias monoparentales, de las que el 82% (según el INE) tienen una mujer a su cargo y, por tanto, como responsable de afrontar la situación actual. Según nuestro estudio, el riesgo de pobreza y exclusión social en las familias monoparentales es del 46,6%. Esto, en palabras de EAPN-ES quiere decir que “carecen de opciones de adquirir servicios de cuidado a través del mercado o de asumir gastos extraordinarios, como las comidas de los hijos/as, que tienen becas de comedor”.
El caso de la infancia también requiere una atención especial. Es una realidad terrible pero hay niñas y niños que la única comida en condiciones que pueden hacer al cabo del día es la del comedor. Un 6,1% de la población en riesgo y pobreza de la región no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días. Por lo tanto, la suspensión de las clases debe ir acompañada de una serie de medidas que atiendan esta realidad.